Todos conocemos a alguien cuyas tierras fueron expropiadas durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado para ser devueltas a los campesinos que durante décadas y décadas vivieron dentro de un modelo feudal, donde la tierra que trabajaban ni los alimentos que cosechaban jamás les pertenecían. Si la reforma agraria se realizó de manera correcta o no, si había que "capacitar" a los campesinos antes de entregarles la tierra, si había que esperar un poco más o no, son argumentos que tienen todavía para largo en el debate de la reforma agraria.

Sin embargo, lo que no se puede negar es que esta reforma era absolutamente necesaria dadas las condiciones de abuso en la que vivían los campesinos, considerados casi casi como parte del mobiliario de las haciendas. No fue un acto de abuso o despojo como hemos visto en los últimos días.

Aquí vemos una foto de cómo eran castigados los campesinos en ese momento. Ese instrumento de castigo es idéntico al cepo con el que la Santa Inquisición torturaba a los que no profesaban la fe católica, un siglo antes de la reforma agraria.

Esta foto de ILLA muestra cómo se utilizaba este cepo en 1921 en una hacienda en Parcona y el coro que debía repetir el campesino castigado

A la persona que se le quería castigar, se le hacía poner una pierna en un hueco y la otra en otro hueco, se le pasaba una tabla y luego se le ponía un candado. Se le hacía decir: "Del uno al cinco en nombre de nuestro patrón Juan Miguel"

Como ven, ese castigo es igual a este

Y no, no se trataba de la excepción a la regla. En esta otra foto destapada por Roy Palomino se puede ver a un hacendado llevando en andas por sus indios. La foto es de 1968. 

Y si quieren entender un poco más sobre el inmenso problema de la tierra que existe en el Perú, pueden ver el documental “Tempestad en Los Andes” de Mikael Wistrom sobre la sobrina de Augusta La Torre. Si bien la película está centrada en el descubrimiento y encuentro que tiene la sobrina con las víctimas de Sendero Luminoso, también se explica de manera muy didáctica cuáles eran las condiciones en las que vivían los campesinos bajo el poder de los hacendados y cómo así el discurso de Abimael Guzmán llegó a tener tanta acogida.

Entonces, ¿la reforma agraria fue mala o buena?

"Escúchame bien, imbécil, si se admite que el Tesoro tiene importancia, entonces la vida humana deja de tenerla. Todos los que opinan como tú deben admitir este razonamiento y hacerse a la idea de que puesto que para ellos el dinero lo es todo, su vida no vales nada"

Si como en Calígula de Camus, hemos llegado a la conclusión de que el dinero es lo más importante, entonces pasaremos por alto que la reforma agraria devolvió la dignidad a los campesinos oprimidos y los dotó de derechos pues parafraseando Robert Castel, solo a través del derecho a la propiedad, el hombre es reconocido como sujeto de derechos.

El historiador Anronio Zapata lo explica muy bien:

"Velasco terminó con la clase terrateniente expropiando sus haciendas y entregándoselas a los campesinos. Este acto tuvo un enorme contenido liberador y generó ciudadanía en el país. Se acabaron los pongos y los siervos, aparecieron los trabajadores con iguales derechos que sus patrones."

Ahora, pasando a la parte monetaria, según Zapata, la promesa de Velasco Alvarado de pagar los bonos agrarios sí llegó a cumplirse, y el principal beneficiado fue el grupo Romero:

Velasco había creado la deuda agraria al expropiar la tierra. La ley ordenaba que se pague en veinte años y admitía procedimientos para acelerar el pago. A este procedimiento se acogió Dionisio Romero y su grupo familiar. Acudieron al Banco Industrial y redimieron sus bonos, comprometiéndose a invertir en industria, poniendo de su parte la mitad de la inversión. Eran los términos establecidos por la Ley de Reforma Agraria. De tal modo que Velasco creó la deuda agraria, pero no fue quien dejó de pagarla, el caso de Romero así lo muestra.

Por supuesto que la reforma agraria fue el origen de diversos conflictos, algunos de los que duran hasta el día de hoy y que han traído fondos buitres norteamericanos que pretenden beneficiarse de los 5 mil millones que el Estado peruano debe pagar.