Defender los derechos de la mujer puede reavivar el sentimiento anti inmigrante
"Los musulmanes parecen experimentar una sensación de poder viril al cubrir a sus mujeres mientras que los occidentales, al destaparlas", escribió la ensayista marroquí Fatema Mernissi en El Harén y Occidente (Albin Michel, 2001). Una década después, el tema sigue dando que hablar.
Alemania fue uno de los primeros países y de los más entusiastas que anunció que abriría las puertas para los refugiados sirios que escapan de la violencia de su país. A los pocos días, debido a la avalancha migratoria, Alemania ha restablecido el control de sus fronteras. Recibir refugiados con los brazos abiertos es una cuestión delicada.
Francia y los musulmanes
Hace dos días, dos mujeres del colectivo Femen irrumpieron en un evento musulmán llamado "Salón musulmán de la mujer". Ellas entraron con las vestimenta típica musulmana y en medio de una de las exposiciones, se descubrieron el torso, subieron al escenario y gritaron: "Nadie me somete", "Mi cuerpo no le pertenece a nadie", "yo soy mi propia profeta"
La primera reacción de los musulmanes fue bajarlas del escenario a golpes, al tiempo que las insultaban. "Putas asquerosas, deberían matarlas". En el video de ese día se puede ver a uno de los musulmanes que de una sola cachetada derriba a una de las fumen y luego, ya en el piso, trata de patearla a como dé lugar.
La relación entre los franceses y musulmanes es más que tensa. Mientras los últimos no comprenden por qué el deseo de las mujeres occidentales de mostrar su cuerpo e incitar la corrupción de la carne. Los franceses no entienden cuál es la relación entre la religión y ocultar el cabello o el rostro. El año pasado, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respaldó una ley francesa del año 2004 que prohíbe que las mujeres oculten su rostro bajo cualquier velo. A algunos les pareció intolerancia, a otros, modernidad, lo cierto es que el burka no es bienvenido en Francia.
Las Femen y el discurso anti inmigrante
Entonces, ¿por qué lo que hicieron las Femen podría ser contraproducente para los inmigrante? Porque polariza. Aunque parezca incompatible, los partidos de derecha y ultra derecha francesa que están en contra de recibir más inmigrantes encuentran espacio en este tipo de actos. "¿Cómo vamos a permitir que esta gente que golpea y denigra a las mujeres esté en nuestro país" es el discurso asolapado de los partidos.
Un hecho curioso es que mientras el diario de derecha, Le Monde, dice que las Femen interrumpieron un discurso en el que se discutía si "Se debe o no golpear a la mujer", el diario Liberation hace la aclaración de que la discusión era, en realidad, sobre cómo respetar a la mujer, portarse como el profeta Mahoma y no golpearla.
¿Deben cesar las manifestaciones a favor de los derechos de la mujer? Claro que no. Desde el lado occidental siempre va a ser motivo de asombro el que una mujer y un hombre no puedan usar el mismo tipo de transporte, o que sea el marido el único con derecho a ver el cabello de su mujer. Sin embargo, en tiempos de crisis migratoria lo que se pide es la tolerancia suficiente para no incentivar el rechazo en contra de los que más sufren hoy.
Sudamérica y los migrantes
Uruguay, Venezuela, Chile, Perú y otros países de Sudamérica ya se han mostrado a favor de recibir a refugiados sirios. Los deseos de ayudar son, por supuesto, loables pero la pregunta es si las políticas migratorias de nuestro país son lo suficientemente sólidas para ayudar a los que busquen refugio.
Alimentación, vivienda y trabajo es lo mínimo vital con lo que un refugiado debería tener contar. No asegurarles ese escenario es salvarlos de un peligro inmediato pero someterlo a una larga tortura, como en el caso de los colombianos varados en Tacna. Tienen permiso para quedarse, pero no para trabajar que es lo mismo que no comer ni tener dónde dormir. Nada lejos de la realidad francesa donde cientos de africanos pasan la noche en carpas, esperan o que se decida su suerte.
Escrito por
Periodista clásica. Leo, investigo, escribo y, como no puede ser de otra manera, me involucro. Ahora en París, ayer en Lima.