Según el grupo de exploradores españoles que empezó el trabajo hace cuatro años, se trata de un santuario dedicado a la realización de sacrificios de niños y mujeres jóvenes para evitar la hambruna en los períodos de siembra y cosecha. Según afirma National Geographic, este santuario es uno de los 55 recintos incas encontrados en la zona por estos mismo exploradores.

Sin embargo lo más llamativo de esta noticia es que los fondos con los que se montó esta expedición no fue producto de una iniciativa de alguno de los ministerios o institutos de cultura de Perú o España sino como lo revela el director de la expedición Miguel Gutiérrez, gracias al crowdfunding, al apoyo de algunas empresas.

el proyecto ha echado a andar sin apoyo institucional, financiado por ciudadanos a través de crowdfunding y por una serie de empresas y entidades (...) sin más interés que el amor a la ciencia y el deseo de contribuir a conocer mejor las culturas andinas.

Sin embargo, esto también ha dado pie a algunas críticas pues el hecho de que sea una iniciativa sin respaldo institucional plantea algunas preguntas sobre el rigor de los hallazgos. Según Gutiérrez ya se han puesto en comunicaciones con el gobierno de Perú para hacer los trámites respectivos y también solicitar apoyo económico.

Los niños congelados 

Según cuenta el propio Miguel Gutiérrez en una crónica publicada por El Mundo, en la parte más alta de una de las montañas de Vilcabamba, "habíamos fotografiado un extraño conjunto formado por dos edificios rectangulares adosados y cercanos a un par de túmulos de piedra de aspecto removido."

 Las estructuras me parecieron idénticas a las aparecidas en lugares como el volcán Llullaillaco, en Salta (Argentina). Se trataba de un complejo dedicado a la capacocha, un ritual que consistía en ofrecer sacrificios humanos a los dioses.

El capacocha era un ritual que se realizaba antes de las cosechas o ante la muerte o grave enfermedad del Inca. Los niños y adolescentes eran parte de las ofrendas. 

"El niño o la niña, vestidos y alhajados especialmente para ese momento, eran adormecidos mediante la ingesta de chicha de maíz y luego depositados en la fosa junto a los demás objetos ceremoniales. Las fosas eran cerradas herméticamente, siguiendo las técnicas que los incas utilizaban para la conservación de sus alimentos."

De acuerdo a la historiadora de la expedición española, después de haber adormecido a los niños se los dejaba dormir para que se congelen.

Lo que queda por hacer

Lo primero para el Perú, debería ser confirmar si los restos encontrados por esta expedición española pertenecen efectivamente a un centro de adoración y culto importante de los Incas para otorgar el cuidado y protección que merecen. 

Miguel Gutiérrez, director de la expedición ya ha solicitado "implicar a las instituciones, a la universidad y sobre todo al Gobierno de Perú. Para preservar y conocer un patrimonio que, bien gestionado, serviría además para atraer turismo a lugares muy pobres. Y, como el explorador Manuel Iradier, para continuar "conociendo lo desconocido".