La desconfianza y la sensación de corrupción generalizada caracterizan al Perú
De acuerdo al Índice de Prosperidad Legatum que se encarga de medir cuáles son los países más y menos prósperos para vivir, el Perú ha descendido cuatro posiciones respecto al año pasado. Estamos en el puesto 82 de 110 países, es decir, no somos el mejor lugar para vivir como nos dice la propagada de la tele. En la imagen pueden ver que Perú está entre los 5 países menos prósperos de Sudamérica. Por el contrario, Noruega se encuentra a la cabeza del ranking como la mejor opción para ir a vivir.
Paso a paso. Este Índice de Prosperidad se realiza anualmente en base a ocho factores: economía, oportunidades, gobernabilidad, educación, salud, seguridad, libertad personal y capital social. Nuestras debilidades están, por supuesto, en el tema de gobernanza y capital social.
Corrupción generalizada
En líneas generales, el peruano se muestra pesimista en todo lo que se relacione a la confianza en el gobierno o sus instituciones públicas. Por ejemplo, ante la pregunta ¿Las empresas y el gobierno son corruptos? El 81.6% considera que sí lo son. Cuando se pregunta acerca de la confianza en los militares, el 36% considera que son de fiar. Similar escenario es el que se presenta respecto al sistema judicial peruano, solo el 18.5% confía en las cortes peruanas y en el sistema en sí.
Algo que también llama la atención es que solo el 25% cree que las elecciones se realizan de manera honesta y transparente. Esto es especialmente curioso porque quiere decir que los ciudadanos no consideran estar participando de un ejercicio democrático sino que más allá de su decisión, las elecciones ya están arregladas.
Un peruano no confía en otro peruano
Si bien en los temas referidos a la seguridad - incluye robos, asaltos, sensación de inseguridad - las cifras no son negativas, cuando se les pregunta a los encuestados si consideran que se puede confiar en la mayoría de personas, solo el 12% responde que sí. Esto quiere decir que el 88% cree que no es posible confiar en otra persona de su entorno.
Del mismo modo, cuando se habla de libertades personales, especialmente en lo relacionado a tolerancia hacia los migrantes y minorías étnicas, nos encontramos en el límite de lo aceptable. Esto de alguna manera tiene relación con la desconfianza que siente el peruano hacia los demás. Si oponemos la desconfianza que siente el peruano hacia los demás, al hecho de que tanto los migrantes como las minorías étnicas se presentan como desconocidas para su entorno habitual, las cifras cobran sentido.
Escrito por
Periodista clásica. Leo, investigo, escribo y, como no puede ser de otra manera, me involucro. Ahora en París, ayer en Lima.